No, no os habéis confundido. Esto es un mitin político. Aunque lo cierto es que por momentos me parece estar viendo «El Club de la Comedia», con todo el personal partiéndose, la lagrimilla cayendo por las mejillas y apretando el ojete a base de bien para no mearse encima.

Y no; no estamos hablando de un humorista, sino del primer ministro con el cutis más estirado de la historia: Silvio Berlusconi. No importa que una crisis económica de caballo esté ahogando a millones de italianos; ni que un divorcio millonario aún penda de un hilo; ni siquiera que el recuerdo de aquel objeto volador no identificado que se estrelló contra su jeto hace casi un año a la salida de un mitín en Milán esté aún fresco… da igual, puesto que ‘Il Cavaliere’ (siempre me ha hecho gracia este apodo), tiene el talento suficiente para arrancar la sonrisa de su electorado.

Lo que verdaderamente acojona de todo este asunto es que el pollo tiene su gracia. No sé si ha sido su verborrea, su gesticulación típicamente fetuccini, o la escalofriante frivolidad que rebosa su discurso, pero lo cierto es que yo también me he quedado prendado por el show de Silvio.