Peter Brown, un médico residente de 2 metros que reparte toñinas a base de bien, se enfrenta a un pasado en el que la mafia está involucrada.

Este es el hilo argumental de Burlando a la parca, la ópera prima de Josh Bazell y una de las sensaciones literarias de la Feria del Libro de Frankfurt de hace dos años.

Con una acidez y un repris que recuerdan a Frédéric Beigbeder o, mirado en suelo patrio, a Félix de Azúa, Bazell enlaza dos historias paralelas en las que se entremezclan el turbio pasado y el agitado presente del protagonista. Unos diálogos cortantes como filos de navaja empapados de un peculiar humor negro marca de la casa sostienen una trama de ritmo arrollador.

Nada más abrir el libro, la primera escena marca la pauta. Un fulano intenta atracar a golpe de pistola a Peter que, cual Steven Seagal de turno, le va asestando un golpe tras otro mientras analiza para el lector el alcance de cada uno, recordándome a un par de escenas del Sherlock Homes de Guy Ritchie, en las que Robert Downey Jr. hace lo propio.

Resultado: asaltante apalizado y empatía lector-protagonista asegurada. La peculiar mezcla de mafiosos casposos y trasnochados y médicos cínicos y pelín sobrados ha llevado a algunos críticos a definir esta novela como una combinación entre “Los Soprano” y “House”.

Sea como sea, lo cierto es que Burlando a la parca es candidata a entrar directamente en el top ten del ranking de títulos que podrías recomendar a aquel amigo que, más por vagancia que por gañanez, evita cualquier contacto con la literatura. Así, te sorprenderá devorándola sin miramientos, relamiéndote satisfecho tras haber finalizado una de las novelas más frescas y originales del mercado.

Y ya se sabe que cuando un libro tiene éxito, las productoras cinematográficas, como alumnos aventajados de Fernando Hierro, comienzan a meter codos en su pugna por los derechos de autor. De hecho, se rumorea que existe un proyecto de llevar Burlando a la parca a la gran pantalla con Leonardo DiCaprio en el papel de Peter Brown que, ya puestos, y sin menospreciar al pedazo de actor que es Leo, no acabo de imaginármelo repartiendo capones a diestro y siniestro…

De todos modos, antes de verlo mientras engullimos palomitas y sorbemos hielos con pesicola en la butaca de cualquier cine, os recomiendo que echéis un ojo al libro original. No os defraudará.